Aunque había
varias naranjas, esa fue la elegida por
ella. Era un naranja especial, su color
anaranjado que se conservaba a pesar de
los días, como si se tratara de una fruta artificial esas que están dentro
de un canasta de mimbre para decorar una
mesa e incluso las que retratan los artistas clásicos en sus pinturas de bodegón .Todas las demás
naranjas eran opacas a diferencia de aquella. Solo levanté esa
naranja que estaba en el piso y la acerque hacia mí para sentir su aroma tan fuerte que después de dos días aromatizaba esa habitación.
Como
dije anteriormente, era una naranja
especial, no solo por su color, ni por
su aroma, ni por su tamaño que a decir verdad era de lo más grande como la de
un melón. Aquélla naranja se destacaba ante todas, por el simple hecho de que
alguien inyecto un veneno en ese fruto, para que esa anciana antes de dormir eligiera esa naranja maldita.