El silencio no es de inocentes (Lo aprendí de ellos),
mientras mi cónyuge me habla sobre su día laboral, mi mente divagaba en aquel recuerdo ardiente
de ese hombre con el que experimenté
fuertes sensaciones, su olor todavía persiste en mi piel, puedo sentirlo. O con
aquel otro que deje mis huellas en su espalada tras intensos orgasmos, ambos me
hacían vibrar, sentirme como una puta deseada. Un calor acrecentaba en todo mi cuerpo a pesar
de bañarme con agua helada era inútil porque a los minutos el fuego persistía.
Mi esposo continuaba hablando sobre esos
sin sentidos problemas del trabajo, por lo tanto me consumía por dentro, ya no lo escuchaba más, sé que sus gestos y su postura eran la
misma de todo los días aunque su aroma era horrible, lo bañe continuamente pero
su cabello se perdía por todo la casa, y más aún por la cocina que era el lugar donde le
gustaba dar esas charlas de trabajos o echarme la culpa de la comida, de que no
sirvo para nada ni para darle placer. Hace
mucho que deje de practicar las relaciones sexuales con mi esposo desde esa
noche que le quería practicar sexo oral pero le vi un gusano en su pene, a pesar de eso ya no sentía sus vociferaciones, culpándome de todo;
sentí revivir nuestro amor. Mi esposo esta vez callaba un largo rato y siempre su mirada se perdía en los cubiertos puestos en la mesa. Creí que renacía el amor
con mi marido pero su cuerpo era muy
degradante y cada día lo veía peor,
ahora no sentía deseo por él. Por eso estaba ansiosa por tener en la cama a mis
amantes. Primero fue Rodolfo y después Matías, ambos comparten la mesa con mi marido. Ellos hablan
de cosas sucias que quieren hacerme, pero como dije anteriormente hace un mes que no tengo relaciones, también a mis amantes les
salieron gusanos de sus penes y huelan mal sin embargo los recuerdos me
incendian, y eso me mantiene viva, aunque ellos sigan mirando los cubiertos con
que los asesine.
lunes, 28 de marzo de 2016
lunes, 21 de marzo de 2016
Su sentencia
Antes
de apagar la luz del baño se fue hacia la mesa donde había dejado el vaso de
agua. Cada ruido ocasionado por su garganta le molestaba, pero no tanto como
los ronquidos infernales de su hermano y su padre. Trataba de dormir sin
embargo algo lo mantenía inquieto, ansioso y angustiado. Volvió hacia el baño,
se miró al espejo, abrió su boca y miro bien su garganta, se preguntaba porque le molestaba tanto si fue a varios médicos le dijeron que estaba
sano. Se paseaba en el pasillo agarrándose la garganta, recordó hace unos días
lo que le sucedió a la gallina que había
matado su vecino con una cuchilla bien afilada, le hizo dar escalofríos y una sensación
de tranquilidad aquel recuerdo. Nuevamente
en su cama trato de cerrar sus ojos, cuando por fin estaba por dormirse,
aparecía ese dolor en la garganta. Pero esta vez trato de ignorar aquella sensación,
parecía sentir el gusto de su sangre en el paladar. Un silencio invadió su cuarto
y se dio la ocasión para reflexionar de su miserable vida. Tenía pocos amigos,
y ni siquiera los veía, vivía encerrado jugando al vídeo juego. Ese mismo olor
siempre a su cuarto que aborrecía porque le recordaba que los días se repetirán de por vida y que será
un fracasado. Quería vivir encerrado, aunque sus padres no le permitían, se desvelaba,
y levantaba temprano para ayudar a
limpiar su casa. La tarde pasaba muy rápido,
y solo esperaba siempre la noche. Aunque
la noche era cruel con sus recuerdos, tenía un aroma a traicionera, por algún motivo
temía dormir, sabía que recordaría a su ex novia, que hace un mes que había terminado
la relación, el no pudo decir nada, se
fue en silencio, como en todo discusión de familia o de amigos que tuvo últimamente.
Tampoco consiguió trabajo. No podía hacer que escucharan su voz. Volvía el
dolor de garganta pero esta vez demasiado fuerte, saco de su almohada una
cuchilla afilada del vecino, y se lo incrustó
en su garganta.
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