viernes, 14 de octubre de 2016

La agonia de amar

Odiaba cuando mi padre se refería a la mayoría de las mujeres como unas prostitutas, sin importar la edad de las mismas ni su situación económica.  A la mañana  escuchaba sus quejas por cualquier situación por pequeñas que fuera ante los ojos de la familia, el  las convertía en enormes problemas porque tenía mucho odio sobre un pasado que me canse de escuchar. Está envejeciendo se agrava más su mente. También me considera  una puta, varias veces me lo dijo, quizá  soy un estorbo.  Capaz nunca se le paso por la mente si realmente era un buen padre, porque el mismo no lo quería saber o no le importaba. Como les comentaba desde la mañana hasta la noche cultivaba cierto odio, se nos fue implantando a cada integrante de la familia, esparciéndose por nuestro cuerpo, pudriendo nuestra mente. Podía sentir en cada momento que compartía con alguien me, me estaba lastimando sola. Aunque no lo niego soy una excelente actriz, ocultando así  el engendro de maldad que crece en mi cuerpo. Comencé a ser una prostituta, el placer que solo experimentaba cuando estaba con un hombre, y el cariño que me daban   algunos de ellos.  Solo uno logro ver tristeza en mis ojos. Me envolví sola en fantasías, dejando de lado esa perversidad con la cual me criaron.  Fue un gran problema el enamorarme, porque Damián no sentía lo mismo. Eso fue destruyéndome en  inagotables y oscuros  días; fue abriendo cada parte de lo reprimido de mi pasado.  No sabía si realmente estaba viva y eso me  confundía.  Volví hacia la plaza para encontrarme con Damián. Ese día  era demasiado frío, como en cada encuentro él estaba antes esperándome parado en dirección en donde sabía que vendría. Cuando lo vi, no pude mirarlo por mucho tiempo, tenía en mente una sola cosa, que estuve ideando por varios meses. Presentí amor en ese encuentro, pero me contradecía porque  yo no sé de amor.  Cuando nos acercamos en ese momento acaricio mi mejilla y me dio un beso; y antes de que sus labios se separaran de los míos, empuñe aquel filo y le incruste en su pecho. Sentí el cálido liquido escurrirse en mis manos. Es esto el amor que jamás he sentido ni desearía sentir. He nacido para odiar. Ya estarás fuera de mi mente, y no podre soñar contigo.

viernes, 7 de octubre de 2016

Notas sobre amantes

Mi aroma queda tan distinto en la piel de aquellos hombres, algunos lo marcan en su memoria de por  vida, si es que se enamoran; pero la mayoría solo buscan gozar, no lo niego a veces la paso tan bien. No soy una prostituta, pero debería serlo.  El placer viaja por mis venas hasta  reproducirse como un virus en mis órganos sexuales.   A veces he jugado con hombres y muchas veces perdí, porque me enamore.  Fui muy impulsiva en muchos de los  casos, he dejado al descubierto lo que realmente soy, sin embargo  ellos siempre tienen  en mente lo que quieren, es dejar todos sus problemas laborales, o tal vez los conflictos  con su pareja, para sentir sus ardientes orgasmos cuando me penetran. En el momento de hacer el amor  puedo sentir  como si viajara por otros lugares desolados, aquel lugar que temo ir sola, pero voy con ellos, de alguna u otra manera, me acompañan. Mis amantes, siempre están incompletos, algo les faltan, ellos lo saben pero quieren ignorar que están de alguna manera vacíos.  Cuando salimos de la habitación de un   hotel, cada uno a su casa, Después  me mandan un mensaje para ver si llegue bien, otros me dicen que le pareció una hermosa noche, pero en común de  todos es que dejan de escribirme, por  un día, dos hasta tres incluso pueden pasar meses. Pero vuelven como las olas al mar, aunque siempre naufragio ante ellos.  Esta vez me enamore,  y  perdí  la cordura. Aquel hombre  se llevó todo de mí. Lo pensé, recordé e imagine  tantas veces, que olvide realmente quien era. Ese hombre  se alejó completamente. Es difícil explicar la sensación el sentirme despreciada por  alguien que ame.  Fueron cuatros meses de aventuras, sentí que nos amábamos, en cada mirada, abrazos, caricias, besos; compartíamos nuestra pasión que era interminable, a veces después de tener relaciones me invitaba  a cenar, y hablamos sobre nuestros días ,los miserables y rutinarios días.  La última vez que nos vimos,  fue extraño como si supiéramos  que ya no nos  veríamos  más.  Hicimos ese viaje, hacia  aquél lugar deshabitado, en donde lo  perdí  porque soltó mi mano; se escuchó un silencio, y en esa  soledad  quise encontrarlo, era demasiado tarde, no habrá retorno ante tal destino.