Con su mirada
penetrante en esa parcela de tierra seca, Armando, con un
palito trazaba figuras irreconocibles
por debajo de sus zapatos gastados, no se fijaba lo que estaba haciendo
tras los recuerdos que vagan irremediables en su mente. El recordaba tantas veces que se
confrontaba con ella, y recurrían a
esas interminables discusiones,
trataba de justificarse explicándole mediante un dibujo en la arena. Pero esta
vez fue demasiado tarde, su falta de
puntualidad que cometió, hasta su olvido
de encontrarse en ese mismo lugar que estaba ahora. Eso no se perdonaba,
sentía la culpa del horrible suceso del que
sucedió hace muchos años, volvió a trazar las últimas líneas con cierta
debilidad fue cayendo lentamente como una pluma de ave. Su cuerpo boca abajo,
sus labios besaron la tierra, y así se hizo boceto para rencontrarse con ella.
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