La lluvia golpeaba la tierra removiendo desechos ocultado
tras el tiempo. Algo golpeo mi puerta sabía que era él; siempre se acostumbraba
a venir después de medianoche, todos los días he tratado de tener un mínimo de esperanza
que mejore un poco tras la rehabilitación, pero empeoraba notablemente. No volví a ser el mismo de antes, ni una sonrisa
ni hablar con mis otros hijos de un tema o tomar una cerveza con un familiar. Todo
cambio, era un títere impulsado por las circunstancias. Estaba medicado para no
agravar con mis nervios la situación; al
mirarme al espejo estaba como muerto, no había brillo en mis ojos; una mueca amarga arrastrada por mis pesares
dibujaba mi fisonomía. Volví a escuchar golpes aún más fuertes, decidí abrirle
la puerta, y comencé a decirle que ya nos había cansado con sus adicción, que
en el otra rehabilitación ya no podía quedarse debido a que escapa o hacia algo
malo a las personas que trabajaban allí, y ahora que pedí una restricción vuelve
a violentar mi casa queriendo robar para consumir esa maldita droga. Y él seguía
parado diciendo maldiciones e injurias. Mi esposa se quedó en la cama
porque era común que haya discusión entre nosotros, pero algo estaba fuera de control,
todo los que aguante se desbordo y puse
mis manos en su cuello, escuche como los frágiles huesos se quebrantaban, su
rostro se tornaba rojo y al soltarlo palidecía,
dejo de emitir cualquier sonido, mi mujer se agarraba la cabeza, lloraba desconsoladamente.
En ese momento no escuche ni pronuncie palabras, tenía mis manos coloradas
debido a la fuerza que utilice para matar a mi hijo, sentí que una tranquilidad
invadía mi cuerpo. Me llevaron al psiquiátrico, mi esposa e hijos solo me
miraban desde lejos, quizá sea un
desconocidos para ellos. He logrado liberarme
y liberar a mi hijo de la única manera, su muerte.
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