El silencio no es de inocentes (Lo aprendí de ellos),
mientras mi cónyuge me habla sobre su día laboral, mi mente divagaba en aquel recuerdo ardiente
de ese hombre con el que experimenté
fuertes sensaciones, su olor todavía persiste en mi piel, puedo sentirlo. O con
aquel otro que deje mis huellas en su espalada tras intensos orgasmos, ambos me
hacían vibrar, sentirme como una puta deseada. Un calor acrecentaba en todo mi cuerpo a pesar
de bañarme con agua helada era inútil porque a los minutos el fuego persistía.
Mi esposo continuaba hablando sobre esos
sin sentidos problemas del trabajo, por lo tanto me consumía por dentro, ya no lo escuchaba más, sé que sus gestos y su postura eran la
misma de todo los días aunque su aroma era horrible, lo bañe continuamente pero
su cabello se perdía por todo la casa, y más aún por la cocina que era el lugar donde le
gustaba dar esas charlas de trabajos o echarme la culpa de la comida, de que no
sirvo para nada ni para darle placer. Hace
mucho que deje de practicar las relaciones sexuales con mi esposo desde esa
noche que le quería practicar sexo oral pero le vi un gusano en su pene, a pesar de eso ya no sentía sus vociferaciones, culpándome de todo;
sentí revivir nuestro amor. Mi esposo esta vez callaba un largo rato y siempre su mirada se perdía en los cubiertos puestos en la mesa. Creí que renacía el amor
con mi marido pero su cuerpo era muy
degradante y cada día lo veía peor,
ahora no sentía deseo por él. Por eso estaba ansiosa por tener en la cama a mis
amantes. Primero fue Rodolfo y después Matías, ambos comparten la mesa con mi marido. Ellos hablan
de cosas sucias que quieren hacerme, pero como dije anteriormente hace un mes que no tengo relaciones, también a mis amantes les
salieron gusanos de sus penes y huelan mal sin embargo los recuerdos me
incendian, y eso me mantiene viva, aunque ellos sigan mirando los cubiertos con
que los asesine.
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