Antes
de apagar la luz del baño se fue hacia la mesa donde había dejado el vaso de
agua. Cada ruido ocasionado por su garganta le molestaba, pero no tanto como
los ronquidos infernales de su hermano y su padre. Trataba de dormir sin
embargo algo lo mantenía inquieto, ansioso y angustiado. Volvió hacia el baño,
se miró al espejo, abrió su boca y miro bien su garganta, se preguntaba porque le molestaba tanto si fue a varios médicos le dijeron que estaba
sano. Se paseaba en el pasillo agarrándose la garganta, recordó hace unos días
lo que le sucedió a la gallina que había
matado su vecino con una cuchilla bien afilada, le hizo dar escalofríos y una sensación
de tranquilidad aquel recuerdo. Nuevamente
en su cama trato de cerrar sus ojos, cuando por fin estaba por dormirse,
aparecía ese dolor en la garganta. Pero esta vez trato de ignorar aquella sensación,
parecía sentir el gusto de su sangre en el paladar. Un silencio invadió su cuarto
y se dio la ocasión para reflexionar de su miserable vida. Tenía pocos amigos,
y ni siquiera los veía, vivía encerrado jugando al vídeo juego. Ese mismo olor
siempre a su cuarto que aborrecía porque le recordaba que los días se repetirán de por vida y que será
un fracasado. Quería vivir encerrado, aunque sus padres no le permitían, se desvelaba,
y levantaba temprano para ayudar a
limpiar su casa. La tarde pasaba muy rápido,
y solo esperaba siempre la noche. Aunque
la noche era cruel con sus recuerdos, tenía un aroma a traicionera, por algún motivo
temía dormir, sabía que recordaría a su ex novia, que hace un mes que había terminado
la relación, el no pudo decir nada, se
fue en silencio, como en todo discusión de familia o de amigos que tuvo últimamente.
Tampoco consiguió trabajo. No podía hacer que escucharan su voz. Volvía el
dolor de garganta pero esta vez demasiado fuerte, saco de su almohada una
cuchilla afilada del vecino, y se lo incrustó
en su garganta.
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