Odiaba cuando mi padre
se refería a la mayoría de las mujeres como unas prostitutas, sin importar la
edad de las mismas ni su situación económica. A la mañana escuchaba sus quejas por cualquier situación por
pequeñas que fuera ante los ojos de la familia, el las convertía en enormes problemas porque tenía
mucho odio sobre un pasado que me canse de escuchar. Está envejeciendo se
agrava más su mente. También me considera una puta, varias veces me lo dijo, quizá soy un estorbo. Capaz nunca se le paso por la mente si
realmente era un buen padre, porque el mismo no lo quería saber o no le
importaba. Como les comentaba desde la mañana hasta la noche cultivaba cierto odio,
se nos fue implantando a cada integrante de la familia, esparciéndose por
nuestro cuerpo, pudriendo nuestra mente. Podía sentir en cada momento que compartía
con alguien me, me estaba lastimando sola. Aunque no lo niego soy una excelente
actriz, ocultando así el engendro de
maldad que crece en mi cuerpo. Comencé a ser una prostituta, el placer que solo
experimentaba cuando estaba con un hombre, y el cariño que me daban algunos de ellos. Solo uno logro ver tristeza en mis ojos. Me envolví
sola en fantasías, dejando de lado esa perversidad con la cual me criaron. Fue un gran problema el enamorarme, porque Damián
no sentía lo mismo. Eso fue destruyéndome en inagotables y oscuros días; fue abriendo cada parte de lo reprimido
de mi pasado. No sabía si realmente estaba
viva y eso me confundía. Volví hacia la plaza para encontrarme con Damián.
Ese día era demasiado frío, como en cada
encuentro él estaba antes esperándome parado en dirección en donde sabía que vendría.
Cuando lo vi, no pude mirarlo por mucho tiempo, tenía en mente una sola cosa,
que estuve ideando por varios meses. Presentí amor en ese encuentro, pero me contradecía
porque yo no sé de amor. Cuando nos acercamos en ese momento acaricio
mi mejilla y me dio un beso; y antes de que sus labios se separaran de los míos,
empuñe aquel filo y le incruste en su pecho. Sentí el cálido liquido escurrirse
en mis manos. Es esto el amor que jamás he sentido ni desearía sentir. He nacido
para odiar. Ya estarás fuera de mi mente, y no podre soñar contigo.
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